miércoles, 21 de agosto de 2013

Infierno aquí

Enmohecidas palabras
tornan hediondas
las calles y edificios.
Un escupitajo de muerte
vuelve grises los cuerpos,
ridiculiza la bondad.
Cual tormenta de arena,
la irremediable pestilencia
y la infamia nos deglute,
al igual que las pirañas
dejan limpios y estriados
los huesos de sus presas.
El  hombre se saca los ojos
y apuesta con su brillo,
se devora la tierra
a vastas bocanadas.
Humean nuestros poros,
somos fábricas de odio,
hierve nuestra sangre
como el magma del infierno,
ése donde habitamos.


            Federico Miranda