Camino
ausente y me cuestiono por qué no puedo recordar. Es algo biológico, es
natural, me repito una y otra vez hasta
llegar a casa.
Dicen
que la infancia determina toda acción y personalidad en la madurez, quisiera
saber cómo es que fui y cómo seré.
La
hora de la comida ha llegado. En mi casa nunca hemos tenido un horario
determinado, me siento a la mesa y trato de olvidar el asunto, pero mi madre ha
preparado un estofado que nunca me ha gustado. No lo puedo evitar y me pregunto
si siempre he sido así, si en algún momento su guiso me gustó.
¿Cómo
era de pequeña? Pregunté a mis padres
una y otra vez.
Eras
tierna y lista, repetían los dos sin error. Me contaban historias y lo que
hacía, pero mi pensamiento, era claro que no lo conocían:
¿Qué pensaría en la infancia, de mi familia,
del mundo y de la vida? Tal vez no sea importante saberlo, se dice que las
acciones son las que te determinan.
Encontré
en el hábito una respuesta, encontré en mis gustos otra, en mis creencias, el
dogma y en mi conciencia todo finalizó.
Así me han educado, así he crecido, no
recuerdo ya lo ocurrido y, sin embargo, ahora vigilo lo que hago y el porqué,
quisiera la respuesta, aunque ya la tengo: sólo basta mirar mis acciones, lo
que he logrado y en qué fracasé.
Deseo, en un futuro, mirar en una vieja
fotografía a la niña que fui, no saber cuándo ni dónde fue tomada ni quién ni
por qué la tomó. Deseo mirar a esa niña y no arrepentirme de quien ahora soy.
Verónica Rojas. Grupo 651