Entrando por el vestíbulo, a mano derecha, existe un camino que lleva a uno de los mayores centros sociales de la Prepa. Es el camino de los sueños, las esperanzas y los juegos.
Al transitar por ahí, se deja el
cargamento de presiones, como si cada paso fuera un puerto receptor de
consternaciones, pesares desechados por los marineros de la sonrisa.
Pareciera que este es un paseo a las
nubes, porque de regreso a las aulas, nos convertimos en seres que ya no
caminan, sino flotan sintiéndose
triunfantes para vencer cualquier adversidad.
En efecto, me refiero al camino que lleva
a la cafetería: punto de convivio de compañeros y, sobre todo, de anécdotas
divertidas que quedarán grabadas en el corazón de ese lugar. Tal vez este
pasaje no es muy bonito, ni siquiera panorámico, pero lo que guarda en cada
paso que damos es mucho más bello que cualquier jazmín en primavera y tan
duradero como la misma eternidad.
Aranza Salavarrieta
Grupo 507