En el viento se sentía y se oía el miedo. Él miraba la
calle sin ningún propósito. Comenzaba a hacer frío.
Puso a
calentar agua para un té o, tal vez, para un café. Se sentó en su viejo sillón,
tomó su libro y continuó leyendo. Metido en la lectura se olvidó del agua
caliente y, peor aún, se olvidó de su destino. Regresó a la realidad cuando el
agua comenzó a hervir y gorgorear.
Entró a la
cocina y apagó la lumbre.
El timbre suena
y sabe que son ellos. Se dirige naturalmente a la puerta. Si siente miedo,
tristeza, alegría o alivio, lo disimula bien. Pone la mano en la perilla,
suspira, la gira y abre…
White
Boogika